jueves, 11 de mayo de 2023

LA CONTROVERSIA DEL AGUA

 

Fotografïas: Juan Carlos Cervero Vadillo

 A nadie se le escapa que el agua siempre ha sido objeto de disputa, controversia y litigios. En la historia antigua y reciente, la pugna por el agua tenía un escenario local entre los agentes implicados directamente con un derecho o perjuicio sobre un recurso de agua concreto. El ejemplo más cercano lo tenemos en la "guerra" por los derechos al uso del agua de la antigua Laguna de Añavieja y su desecación (año 1849), que se tradujeron en pugnas y juicios entre los que se consideraban con derechos y los que se sentían perjudicados. Entre los primeros estaban Matalebreras, Añavieja, Dévanos, Ágreda, Valverde, y entre los segundos, los pueblos aguas abajo con mucho más peso en cuanto a población como Cintruénigo y el no menos importante Tarazona que temía se secase el famoso manantial de San Juan.

 En Hinojosa del Campo no fue diferente; también había quejas de los de Pinilla del Campo porque se quedaban sin agua cuando se regaba la Dehesa boyal, bien con la presa que aún se conserva y que todos conocemos, bien o otra más antigua que estaba emplazada algo más abajo que la actual.

 Pero en todos los casos, la cuestión se resolvía entre los agentes implicados mediante acuerdos, o en caso mayores, en los tribunales.

 Ahora la realidad es muy distinta, o al menos así lo veo. En efecto, el derecho y el uso sobre el agua viene marcado por una normativa que se redacta por agentes muy lejanos a los problemas locales; me refiero a la Directiva Marco del Agua, a la Ley de Aguas del año 1985 y Reglamentos que la desarrollan, y a los Planes Hidrológicos de Cuenca. La primera, que es una Directiva Europea, marca la hoja de ruta, los ajustes y condiciones para el aprovechamiento y el uso del agua, la financiación y también las sanciones a los países miembros de la Unión que la incumplen, pero adolece de estar redactada por personas de países húmedos y subhúmedos y no contemplan los problemas locales de la Europa seca del halo mediterráneo, particularmente España y Grecia, quizás porque nuestros representantes no han podido o sabido defender nuestros intereses.

El resultado último de la Directiva Marco del Agua son los Planes Hidrológicos de Cuenca que rigen lo que se puede o no se puede hacer con cada masa de agua. El pasado día 22 de diciembre finalizó el plazo para presentar alegaciones a los Planes Hidrológicos del Duero y el Ebro (que son los que afectan a Hinojosa en particular y a Soria en general), y esta es la contienda donde unos y otros se personan en la pugna por el agua para tratar de hacer valer sus derechos durante los años 2022 a 2027 de vigencia de los nuevos Planes.

 Así las cosas, remarco que, en la tarea de defensa de los intereses por el uso del agua, la Directiva Marco del Agua o la aplicación que de ella se pretende hacer por algunos sectores de la sociedad, me encuentro que determinadas actuaciones que realizaron nuestros antepasados, no son compatibles con la aludida Directiva. Por ejemplo, pongo en duda si se podría haber construido el famoso Acueducto de Segovia sin contravenir la Directiva Marco del Agua.

 En Hinojosa del Campo, nos encontramos algo parecido. Se trata de los que, según oí hablar a nuestros antepasados (Fructuoso, Adrián, Adolfo, Hermenegildo, etc.), se conocían como "pocillos". Estas pequeñas albercas que solucionaron problemas puntuales de la gente de aquel entonces, entiendo que contravienen la Directiva Marco del Agua, al igual que el Acueducto de Segovia.

 De los tres "pocillos" que oí hablar, he encontrado dos. El tercero creo saber donde estaba pero me parece que fue destruido. Los localizados son uno en el paraje "Mata del Tarro" y otro en el "Carrascalejo". El primero quizás fuera el más importante hasta el punto de que le diera el nombre al paraje, puesto que se encuentra ubicado en mitad de una mata de encinas, cuestión que no deja de ser una hipótesis mía que no puedo ni confirmar ni desmentir. El paraje Mata del Tarro también me consta que es conocido por nuestros vecinos de Noviercas, hecho que pudiera avalar la importancia de este pocillo incluso presumir que pudiera ser usado por ellos pues no dista mucho de la mojonera.

 En ambos casos, se trata de un hoyo de aproximadamente 0,5 metros por 0.3 metros de planta y 0.4 metros de profundidad, protegidas sus paredes por piedras prismáticas más o menos regulares, tapizados con arcilla para conservar el agua y protegidos superficialmente con piedras losas para que el ganado y la fauna no pudiera beber y reservarla únicamente para las personas. El emplazamiento de estos pocillos era tal que permitía almacenar el agua de escorrentía de lluvia y deshielo del entorno inmediato, mediante pequeños surcos en superficie para conducir el agua hacia el "pocillo". El estado de conservación actual es reconocible para cualquier profano, aunque por ejemplo los surquillos pasan desapercibidos por deterioro de los mismos. Las fotografías que adjunto dan muestra de estas pequeñas estructuras.

 Sin duda, estos "pocillos" fueron importantes y necesarios para matar la sed de los pastores y leñadores sin mucho esfuerzo en la zonas que no había ni manantiales ni arroyos por ser altamente permeables como consecuencia de los afloramientos rocosos. Ahorraban desplazamientos y peso en el morral (la cerámica de otrora eran más pesada que la ligera botella de plástico actual!!!!). 

 Tengo oído que los leñadores que venían mayormente de Purujosa a carbonear leña de encina, preferían para beber el agua de estos "pocillos" frente a la del Horcajo, porque les quitaba más la sed y les daba menos hambre, cuestión que me hace pensar, independientemente de la veracidad o no de esta creencia, en la rusticidad de aquellos estómagos y el poco miedo que tenían a las diarreas, porque seguro que, desde el punto de vista de potabilidad, eran aguas cargadas de microorganismos, y no me constan que cloraran.

 En definitiva y como conclusión, los habitantes del Loira o el Ródano necesitaron de "motas" en ambas márgenes del río para preservarse de inundaciones y poder vivir, y los habitantes de Hinojosa del Campo necesitaron los "pocillos" también para poder vivir, no como capricho, y por tanto, la normativa en materia de aguas debe ser tan amplia como para contemplar estos escenarios tan distintos. 

 Texto: José Ángel Hernández Lacal